

Los Olcades, un misterioso pueblo que habitaba lo que es la actual provincia de Cuenca, parte de Guadalajara y Albacete.
Sus orígenes son oscuros y, por tanto, se desconoce su origen y a qué grupo o etnia pertenecían, unos historiadores indican que eran Iberos, otros celtiberos y otro grupo que no eran ni una cosa ni otra, de ahí su desarraigo con los demás pueblos o tribus de Iberia.
Yo me he decantado por su pertenencia al pueblo Ibero, no hay una razón de fuerza para ello, simplemente tenía que hacerlo por alguna de las teorías.
Vael, un joven Olcade, vive plácidamente en su poblado, su entrenamiento para engrosar el grupo de guerreros ha comenzado, pero la tragedia se cierne sobre ellos. Atacados por una tribu rival, destruyen su poblado, asesinan a sus habitantes y secuestran a los niños y las jóvenes.
Vael, único superviviente de los guerreros, promete venganza. Pero los Dioses han tejido su destino y sin quererlo, se convertirá en un mítico guerrero solitario, un guerrero del que los bardos cuentan que surge solamente cuando el pueblo Olcade se ve en grave peligro.
Entonces, surgirá un guerreo formidable, solitario, un guerrero hijo del dios del Bosque, un guerrero al que llaman El Lobo.
Amílcar Barca ha puesto su mirada en iberia, pero no contaba con las tribus que la habitan, pueblos fieros y guerreros, pueblos que no se dejaran doblegar. Y de entre esos pueblos, destacan los Olcades. No son los más ricos, no son los más numerosos. Pero cuando un pueblo fiero es temido por los demás pueblos fieros que pueblan iberia, Amílcar, también debería temerlo. Su error, lo pagaría caro.
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